ANTONIO ORIHUELA
LORS DE LA 5e Ed DES RENCONTRES FRANCO-ESPAGNOLES
RACINES RAÍCES MÉMOIRES RÉSISTANCE ACCUEILLE
LORS DE LA 5e Ed DES RENCONTRES FRANCO-ESPAGNOLES
RACINES RAÍCES MÉMOIRES RÉSISTANCE ACCUEILLE
POUR LA PRESENTATION DE SON LIVRE
LAS SIN AMO/LES SANS MAITRES
LE VENDREDI 22 NOVEMBRE 2024 17H30
A LA LIBRAIRIE GIBERT A MONTPELLIER
3, Place des Martyr de la Resistance
Cet essai se penche sur la passionnante effervescence culturelle des années
1930 pour retrouver une mémoire réduite au silence.Du début du XXe siècle à la
guerre civile, de nombreuses femmes écrivains ont compris que le roman était un
moyen émancipateur soutenu par un mouvement social libertaire d’une ampleur
invraisemblable qui plaçait la culture au cœur de la transformation sociale.
De nombreuses femmes, autodidactes,ont participé à la production d'une
littérature sociale qui a connu un succès inhabituel en termes de distribution
et de vente grâce à de petites maisons d'édition.
Cet essaiprésente les auteurs qui ont publié dans la collection La Novela
Ideal, éditée à cette époque par la maison d'édition La Revista Blanca.
Il s'agissait de livres de nouvelles de 32 pages,tirés à plus de 10 000
exemplaires et vendus à des prix abordables pour les classes populaires. Entre
1925 et 1938, plus d'un demi-millier de titres ont été publiés, dont beaucoup
ont été réédités.
Antonio ORIHUELA (Moguer, 1965) est docteur en
histoire de l’université de Séville, écrivain, essayiste, poète, enseignant et
archéologue. Il offre une œuvre
littéraire majeure de plus de 100 ouvrages (essais, recueils de poésie, romans,
articles, anthologies) et des expositions collectives ou individuelles de
poésie visuelle et expérimentale.
Il développe depuis le début des années 1990 un discours critique sur la
vie des déshérités et sur la résistance quotidienne dans les sociétés du
capitalisme contemporain. Il coordonne les rencontres annuelles Voces del
extremo, dans sa ville natale de Moguer. Elles sont devenues un élément clé
du groupe de militantisme culturel connu sous le nom de "poésie de la
conscience critique".
Antonio Orihuela (Moguer, Huelva, 1965) es poeta, historiador, arqueólogo y
ensayista. Personalidad polifacética donde las haya, ha conseguido articular,
en las últimas décadas, un discurso contrahegemónico que, a partir de la
literatura, reivindica experiencias contraculturales de antaño y de hoy.
A sus más de 70 volúmenes publicados se suma una labor dinamizadora que
cada año convoca a representantes de la llamada “poesía de la conciencia”,
activistas y artistas disidentes en torno al festival Voces del Extremo,
celebrado en su Moguer natal desde 1999, en colaboración con la Fundación Juan
Ramón Jiménez.
La última vez que nos vimos fue en Madrid, donde participó el pasado 6 de
abril en el acto de rebelión poética “Se agota el tiempo”, con el que se quiso
denunciar la criminalización de la protesta climática. Hablamos sobre su último
libro, Las sin amo (La oveja roja, 2023), una compilación que
analiza las novelas cortas de decenas de escritoras anarquistas olvidadas de
los años 30 del siglo XX aparecidas en La Revista Blanca.
Afirmas que este libro surgió como respuesta al documental Las
Sinsombrero, de Tania Balló (2015). ¿Qué reacción te generó y por qué sentiste la
necesidad de responder?
COLABORA
El documental me pareció un completo despropósito, un subproducto de la
ideología postmoderna especializada en fabricar entidades ideales, cajas de
sastre donde, sin cuestionar nada, todo vale. Se soslayaba la circunstancia de
que en estas creadoras el nexo de clase está por encima de su condición de
mujeres, y se esquivaba que su presencia en el mundo del arte se rastrea más en
función de las lógicas del patriarcado en que estaban insertas que en el valor
intrínseco que sus obras puedan tener.
Varias de las editoriales de Mujeres Libres [revista de
tendencias anarquistas] dejaban bien claro lo que había sido hasta el 19 de
julio de 1936 el movimiento femenino en España, y fueron muy críticas con estas
“Sinsombrero”, tertulianas de salón, seudointelectuales y
ociosas burguesas…
Lo mejor es que en una segunda entrega incluye a Lucía Sánchez Saornil
entre ellas, Lucía, que había sido de las primeras en criticar a estas
“Sinsombrero”, en fin… Un despropósito que, si habla de algo, es de la
necesidad de recuperar la memoria y hacer justicia a las mujeres que venían desde
hacía tiempo luchando contra la miseria, contra el clericalismo, haciendo
huelgas para la mejora de sus condiciones de trabajo y atacando a la autoridad
cuando la injusticia se hacía insoportable.
Porque, antes de que esta pequeña facción de la burguesía ilustrada hiciera
su aparición, las mujeres llevaban tiempo movilizadas contra la carestía de
vida, el precio de los alquileres o el envío de sus maridos y sus hijos a la
guerra; es decir, mucho antes de que el movimiento sufragista existiera en nuestro
país ya existía un sujeto femenino de cambio, radical y revolucionario, otra
cosa es que fueran reacias a participar en la lucha de las burguesas.
Ellas [las anarquistas] eran conscientes de que el feminismo burgués no
terminaba con la explotación de la clase trabajadora, y de que el acceso a la
educación no ponía fin al hecho de que fueran las necesidades materiales las
que abocaban a las mujeres, desde muy niñas, al mercado del trabajo precario,
de escasa cualificación y mal pagado.
Desde luego que pensaban que tenían todo un mundo por ganar, pero no veían
que el derecho al voto fuera la solución a sus problemas. Las anarquistas,
frente a este feminismo [burgués], intentaron articular una nueva identidad
(femenina, libertaria, obrera), y apostaron por un horizonte más generoso, el
del humanismo integral preconizado por Léopold Lacour (1897), que proclamaba la
abolición de las jerarquías y de las relaciones de dominación, a la vez que
abogaba por la subversión de las identidades, símbolos y roles de género
tradicionales; así como por la transformación de las estructuras
socioeconómicas y culturales que habrían de dar paso hacia una sociedad basada
en la libertad, la igualdad, la solidaridad y la reciprocidad.
Has realizado una labor ingente analizando novelas de la colección La
Novela Ideal, de La Revista Blanca. Entre 1925 y 1938 se publicaron
594 novelas, 113 escritas por mujeres. ¿Cómo fue el trabajo de archivo?
¿Trabajaste con las 113 novelas? Me imagino que la financiación ha corrido de
tu parte…
El trabajo de archivo fue agotador. Piensa que, al terminar la guerra de
España, el nuevo régimen nacional-católico perseguirá, destruirá y prohibirá
todo signo de cultura anarquista. La Novela Ideal, por ejemplo,
mereció del Gobierno franquista el calificativo de “envenenadora de dos
generaciones de españoles”, lo que no será óbice para que, ya en los albores de
1938, apareciera otra colección en la zona controlada por los sublevados con el
título de “La Novela Ideal”, pero de signo netamente conservador y dedicada a
la novelita rosa dentro de los parámetros culturales y morales que van a ser
sancionados por el nuevo Estado franquista.
Bajo este sello publicará, por ejemplo, Laura de Comingues (pseudónimo de
Josefina de la Torre), una de las ahora conocidas como “Sinsombrero”, aunque su
colaboración con el fascismo español no parece interesar a quienes han acuñado
el marchamo.
Como te decía, fue un trabajo de investigación y de arqueología exhumar
esas 113 novelas. El fascismo se empleó a fondo con ellas. Así que tuve que
peregrinar por los archivos de la Fundación Anselmo Lorenzo en Yuncler
(Toledo), el AteneuEnciclopèdic Popular de Barcelona, El Archivo de la Guerra
Civil en Salamanca, la Biblioteca Nacional de España, la de Cataluña, la de
Uruguay, la Biblioteca Municipal y el Arxiu de Barcelona, el Instituto
Internacional de Historia Social (IIHS) de Ámsterdam, y también por librerías
de viejo, donde conseguí comprar algunas que, milagrosamente, habían escapado
al fuego de la inquisición franquista.
Trabajé las 113 novelas. Ese era mi objetivo, pero a día de hoy no existe
ninguna institución en España o fuera de España que las conserve todas. Fue una
labor de reconstrucción paciente y apasionante. La financiación, como todos mis
trabajos, corrió de mi parte, aunque cuando ya tenía el trabajo muy avanzado
salieron unas becas del Ministerio de Cultura de apoyo a los creadores y
solicité una de ellas: me dieron 2.500 euros que pude emplear en mi viaje al
IIHS de Ámsterdam.
¿Cómo fue el trabajo de composición? Por qué elegiste seguir un eje
temático, por ejemplo.
A medida que iba leyendo las novelas percibía con claridad que había una
evolución evidente en las mismas. Las escritas en tiempos de la dictadura de
Primo de Rivera, debido a la censura, no tienen nada que ver con las escritas
durante el ciclo revolucionario 1934-37.
La profundidad de los temas y su abordaje es mucho más potente; la
ideología anarquista, ya sin medias tintas, rezuma por todos los poros, y bajo
esa luz elaboran tramas donde se reflexiona sobre el divorcio, las
instituciones del Estado, la violencia de género, la educación, el arte, la
homosexualidad, la maternidad, el amor libre, la ecología, el naturismo, el
conflicto social, el colonialismo, el terrorismo, la huelga, la ocupación de
fábricas, los problemas de vivienda, etc. Sin olvidar ofrecer a los lectores
algunas pinceladas sobre la concepción del mundo futuro que, como libertarias,
defendían estas mujeres.
Estas novelas son moralizantes, a menudo muy pedagógicas. Destaca el énfasis
en la “dignidad proletaria” mientras que los ricos suelen ser corruptos
morales. ¿Crees que esto ha influido para que no se consideren parte del canon
literario? ¿Qué nos aporta esta moral hoy en día que –podría decirse– reina el
cinismo en todas partes?
Estas mujeres escribieron desde otro lugar. El canon literario burgués no
les interesaba lo más mínimo y es absurdo analizar sus creaciones desde un
corsé al que habían escapado. No necesitaban ajustarse a él para publicar
porque los anarquistas tenían sus propias editoriales y sus propios canales de
distribución para poner, por ejemplo, 10.000 ejemplares de estas novelas cada
semana en el mercado.
Son novelas moralizantes porque son el espejo en donde debían mirarse los
libertarios y las libertarias para construir el mundo futuro. En un país sin
escuelas, estas novelas son parte consustancial de la educación del
proletariado español en su lucha por producir otro mundo y otra literatura que,
en sus momentos álgidos, reflejó la nueva realidad histórica y social en
formación que auguraba la revolución española.
¿Cómo influyó la llegada de la II República, con leyes como la del
divorcio, en las historias de estas escritoras?
Un aspecto a destacar de estas novelistas es que se podría decir que
montaban las tramas de sus novelas sobre acontecimientos recientes o candentes
de la vida pública española. Así por ejemplo ocurre, a partir de 1931, con la
nueva legislación sobre el matrimonio civil, el divorcio, la igualdad entre los
hijos legítimos e ilegítimos, la protección de menores y la investigación de la
paternidad, entre otras novedades legales que trajo la República.
Todas estas novedades serán noveladas por ellas desde una visión
libertaria, es decir, crítica con lo que de intromisión en la vida privada de las
personas tienen muchas de estas leyes, que protegían tanto como gestionaban,
organizaban o administraban la vida de las personas. Desde una perspectiva
libertaria, en tanto defensoras del amor libre o de la maternidad consciente,
estas novelas también plantean las diferentes posiciones que había dentro de la
comunidad libertaria en torno a temas tan importantes como el divorcio, la
autonomía de la mujer, la familia monoparental, el trabajo, la liberación
sexual, la prostitución, etc. y lo hacen con argumentos que sorprenden por su
actualidad y su modernidad.
A eso quería llegar. Sorprende el tratamiento anarquista de algunos temas
que hoy apenas se encuentran en las agendas mediáticas: el pacifismo; la
ecología, el naturismo o la exaltación de la naturaleza; el amor libre; la
revolución… ¿Qué papel tenía la literatura entonces a la hora de difundir estas
cuestiones? Sin tele, sin internet, sin grandes corporaciones…
En efecto, los medios masivos de adoctrinamiento en la ideología de la
clase dominante estaban en plena expansión durante los años veinte y treinta:
el periódico, la radio, el cine… pero enfrente tenían una clase trabajadora
consciente, que sabía que la ideología de la clase dominante no era la
ideología de la clase dominada y que reclamaba su propio imaginario, su propia
versión de los hechos a través de su propia prensa, teatro o literatura, y lo
mejor es que estaba dispuesta a pagar por ello…
La revista Generación Consciente (1923 -1928), dedicada al
anarquismo, el naturismo, la educación sexual, el neomalthusianismo, la cultura
vegetariana y la ecología, con 75.000 ejemplares por número, demuestra que
había un buen número de lectores potenciales que solo estaban esperando la
oportunidad de tener acceso a estos contenidos que, por otra parte, eran
esquivados o despreciados por la producción escritural burguesa, donde estas
temáticas estaban ausentes o eran combatidas desde una posición de clase
(tachándolas de grotescas, ridiculizándolas y/o repudiándolas).
La colección La Novela Ideal (1925-1938),
donde publicaron nuestras autoras, era de carácter semanal. Se tiraban 10.000
ejemplares de cada edición, aunque hubo novelas que alcanzaron los 50.000, lo
que nos da idea del éxito de las mismas entre el proletariado. La
Novela Libre (1933-1937), de periodicidad mensual, tiraba 20.000
ejemplares. Las editoriales libertarias fueron las más generosas del espectro
proletario para dar cabida en ellas a las mujeres, y para hacer posible que
estas llegaran al mayor público posible gracias a sus precios (15 céntimos,
cuando el sueldo diario de un jornalero era de 5 pesetas).
¿Qué ideas de estas novelas crees que se han perdido para siempre? Por
ejemplo: la “camaradería amorosa” hoy puede ser el poliamor… Pero otras ideas
no han vuelto.
Como ya he comentado, estas autoras escribían desde otro lugar, que lejos
de legitimar el poder y reproducir la ideología dominante, nos sitúa ante el
relato de la dignidad obrera, las luchas de las clases subalternas, los
proyectos y las utopías que pueden ayudar a construir nuestra imaginación
política en un nuevo horizonte de emancipación.
Ellas encarnan con sus novelas la posibilidad política que nos anuncia que
la historia pudo haber sido de otro modo; que también desde la literatura, el
relato de poder de los dominantes puede ser impugnado, desafiado, interrumpido
desde abajo, desde los imaginarios políticos y literarios que han construido,
entre otras, las voces y las memorias de las obreras, las explotadas, las
inconformistas y las marginadas por el patriarcado en su lucha por producir
otro mundo y otra literatura. No creo que se haya perdido nada. Las libertarias
siguen teniendo por delante un mundo que cambiar para que pueda ser habitable
por todos.
Una figura importante entre las que analizas es Federica Montseny. Sabemos
que fue la primera mujer ministra de España, pero no se conoce tanto su faceta
como novelista. ¿Cómo caracterizarías su feminismo? Impulsó una ley
del aborto, pero consideraba que la mujer no estaba completa sin ser madre, se
opuso al voto de la mujer… Era inclasificable según los estándares de hoy.
Federica fue una mujer controvertida, de gran carácter, pero también
voluble e inconsecuente; sin duda una figura apasionante para estudiarla en
profundidad, una mujer excepcional en la España de los años 30. Quedémonos con
el dato de que escribió más de 50 novelas, además de ensayos y centenares de
artículos sin que, a día de hoy, aparezca en los libros de texto ni como
escritora ni como filósofa, que lo fue. Valga otro dato que avala este
silencio: hace 30 años que no se publica en España ninguna de sus novelas de
más éxito.
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